Qué es el café de especialidad.
Seamos sinceros, la coletilla “de especialidad” es bien pedante. A veces, cuando le tengo que explicar a alguien ajeno a este mundillo a qué me dedico me da un poco de vergüenza llamarlo así y acabo soltando calificativos como “gourmet”, “de lujo”, “artesano”... que ni están bien aplicados ni son menos embarazosos.
Es lo que hay. Café de especialidad ha sido hasta ahora la mejor forma de definir y hacer referencia al movimiento que todos conocemos. Como sabrás, proviene del inglés “specialty coffee” y fue acuñado por primera vez en 1974 por la importadora Erna Knutsen para identificar a aquellos pequeños lotes que no se mezclaban con otros debido a sus características únicas de sabor.
¿Y qué es el café de especialidad? Agárrate a la silla: un café de especialidad es un conjunto de granos con ausencia de defectos primarios y con un perfil organoléptico que les confiere más de 80 puntos en una escala de 100 de la Specialty Coffee Association.
Ahora bien, ¿podemos deducir entonces que una cafetería de especialidad es cualquier establecimiento que sirva este tipo de café? Para mí no.
Qué hace que una cafetería sea especial.
Hace diez años casi podías contar con los dedos las cafeterías de especialidad que había en España (Madrid y Barcelona) y los que estábamos en el mundillo las conocíamos todas. Entonces la diferencia con las cafeterías tradicionales era sencilla. Una tontería como el detalle del latte art ya era un factor muy diferencial. Por otro lado, poca gente sabía que existían unos cafés mejores y una forma más elevada de prepararlos y disfrutarlos. La oferta, el ambiente y la magia de conocer los espacios donde había una genuina preocupación por preparar un buen café generaban una experiencia realmente especial.
A día de hoy tenemos cafeterías de especialidad casi en cada esquina y ya somos hasta un cliché en el prime time televisivo. Ya no es tan sencillo distinguir una propuesta singular de una franquicia, el latte art solo depende de la habilidad del barista con la leche y no es garantía de calidad, el calificativo “de especialidad” no está regulado y el algoritmo ha hecho que todas las cafeterías parezcan la misma.
Es verdad que siguen existiendo establecimientos donde vives una experiencia fantástica, puedes probar diferentes cafés o elaboraciones y recibir los consejos de un barista apasionado. También hay lugares menos “técnicos” donde simplemente disfrutar tranquilo de un buen flat white y un bollo artesano en un espacio cuidado. Pero también hay muchos sitios que se han subido a la tendencia y no tienen ni alma, ni intención, ni nada especial.



Yo tengo bastante claro qué hace, para mí, que una cafetería sea especial:
El café está muy bueno.
El servicio es amable y te hace sentir bien.
Saben de lo que hablan, te aconsejan y ayudan a escoger el café que mejor se adapta a tus gustos.
La oferta de café es variada, tanto en su preparación como en los tipos de granos que puedes probar.
Ofrecen descafeinado y no te juzgan por pedirlo.
Si tienen algo de comer, está a la altura de la calidad del café.
No tardan 20 minutos en servirte y hay batch brew hecho.
El ambiente, la música, la decoración, la vajilla, etc., también son especiales.
No hay 50 carteles donde pone “specialty coffee”.
Lo especial habla por sí solo
El café de especialidad ya es casi un producto de gran consumo. Su popularización también tiene una parte positiva: ahora hay mucha más gente dispuesta a tomar buen café que hace diez años. Pero el abuso del término “specialty coffee” ha hecho que estas dos palabras, por sí mismas, dejen de ser especiales. Nos toca aceptarlo. Quienes estuvimos aquí desde el principio no podemos convertirnos en el viejo que grita a las nubes, ni dedicarnos a señalar a los fariseos como un adolescente metalero señala a quien sale del Bershka con una camiseta de Iron Maiden.
Como aquello que hace especial a una cafetería es subjetivo y usar el apellido “specialty” es gratis, el término “café de especialidad” terminará por no significar gran cosa. Esto ya pasa en mercados más maduros, como por ejemplo el australiano. Allí, los mejores tostadores y cafeterías, que incluso son referentes mundiales, no utilizan la palabra “specialty”. La gente simplemente sabe que cuando entre por la puerta vivirá una experiencia especial.
¿Deberíamos abandonar el apellido “specialty” en 2025? ¿Deberíamos defenderlo? Cada uno puede elegir su camino. En Hola Coffee lo seguimos usando de manera muy puntual, pero si desapareciera tampoco pasaría nada. Confío en que nosotros, al igual que otros tantos, tenemos clara nuestra personalidad y nuestra apuesta, que pasa por intentar cumplir con los puntos que he enumerado más arriba. Otros, en cambio, necesitan proclamar a los cuatro vientos que su cafetería es especial. Creo que es fácil adivinar por qué.
No estamos en 2015 y el gran público ya conoce este negocio, por lo que no necesitas andar explicando en qué consiste lo que haces. Si tienes un lugar, un servicio, un producto o una comunicación que consideras especiales, confía en que todos esos atributos hablan por sí solos. Al fin y al cabo, el café es lo que tú consigas hacer a partir de un saco de semillas. Si el que sirves es excepcional, quizá el mejor homenaje sea llamarlo por su nombre, sin apellidos. Llámalo café. Cuando lo pruebes, sabrás que sobran las palabras.
gracias! por esto me ha encantado especialmente por que hay taaaantos ahora en madrid que ya ni se cual es specialty de verdad o no
No se puede explicar mejor!